La rápida expansión de la covid-19 ha trastornado las dinámicas cotidianas en el mundo y también en Cuba, a la vez que va dejando lecciones de cómo sobrellevar adversidades y crear alternativas a favor de la vida, sus cuidados y sostenibilidad.
De eso y más habla el libro Género, cuidado de la vida y Covid-19 en Cuba: Diversas miradas y realidades, presentado el pasado 25 de mayo por la plataforma Telegram, con aportes de especialistas de diversas profesiones que integran la Red Cubana de Estudios sobre Cuidados.
La coordinadora de esa red y compiladora del libro, la socióloga Magela Romero Almodóvar, destacó que el volumen es una propuesta que pretende posicionar la dimensión política de la vida cotidiana.
El libro reúne 14 materiales de 28 profesionales de diversas disciplinas, quienes ofrecen sus reflexiones desde diversos posicionamientos y perspectivas de análisis acerca de cómo se han ido organizando socialmente los cuidados en el país durante la pandemia.
Valoran, además, fortalezas y vacíos de la política establecida y cómo esta ha repercutido en la organización de los cuidados, el papel de los diversos actores, así como la pertinencia de servicios y proyectos de acompañamiento psicológico a los grupos más vulnerables.
“La pandemia puso en evidencia cuestiones como la necesidad de entender los cuidados como un derecho, pero también como una responsabilidad social”, señaló.
Igualmente, el modo sutil en que opera y se impone, mediante la organización social de los cuidados, la división sexual del trabajo, el alto valor económico de estas labres, sus costos y cargas fundamentalmente para las mujeres, así como la connotación favorable de incitativas públicas que alivian a las familias en este contexto.
“También ha servido para enaltecer aquellas profesiones que tributan a la sostenibilidad humana y los trabajos cotidianos, ocultos, desgastantes, sin los cuales no podríamos existir ni podría existir la vida de quienes han enfermado durante la pandemia”, expresó.
“Cuidar a otros y cuidarse ha adquirido relevancia especial ante la propagación de la covid-19”, reconoció Teresa Amarelle Boué, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), organización que agrupa a más de cuatro millones de afiliadas.
Amarelle Boué destacó que el texto incluye un artículo que valora y visibiliza los aportes del voluntariado de la FMC a esta problemática en las comunidades y se refirió a aspectos claves como la necesidad de entender los cuidados como derecho y responsabilidad social que debe ser compartida, la desigual distribución de los tiempos y de las tareas domésticas y de cuidado entre mujeres y hombres, su valor económico social y la necesidad de deconstruir estereotipos que sustentan la división sexista del trabajo.
“En alianza con la academia y tomando como referencia los insumos que el libro aporta, estaremos en condiciones de proponer políticas públicas y avanzar en un modelo de organización social que garantice la participación corresponsable de todas y todos en el cuidado integral de la vida, no solo de la personas dependientes, sino también de quienes cuidan de ellas”, reflexionó.
Ya antes de la pandemia, las mujeres dedicaban el triple de tiempo a las labores de cuidado en la región que los hombres, precisó Julio Bango, sociólogo uruguayo y exsecretario nacional de cuidados de Uruguay, país que implantó el primer sistema integral de cuidados en Latinoamérica, en 2015.
Explicó que las medidas de confinamiento y distanciamiento social han supuesto un cierre al menos parcial de los servicios de educación y cuidados formales en varios países, lo que generó cambios en los arreglos informales de cuidado y elevó la responsabilidad que ya tenían las mujeres sobre el cuidado de una manera mayoritaria.
Ello, alertó, podría afectar los avances en igualdad de género que se venían dando en algunos países.
Si bien la covid se ha profundizado el déficit social de cuidados, también ha generado conciencia y una visibilidad mayor del problema, dijo, así como la necesidad de encarar medias estructurales para garantizar la organización social de los cuidados, sobre todo políticas públicas y sistemas integrales en los cuales el Estado provea servicios y genere procesos de formación de recursos humanos para desarrollarlos.
Para Yohanka Valdés, una de las autoras del libro, “la pandemia ha develado, reproducido y profundizado desigualdades históricas y ha incorporado nuevas dimensiones de la desigualdad”.
Aludió a que la crisis sanitaria, en su punto más alto, generó el paso de dobles a triples y hasta cuatro jornadas de trabajo para las mujeres de la región, donde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha calculado que el aporte del trabajo de cuidado al PIB nacional representa 19,5 por ciento promedio por país.
Para las cubanas subyacen brechas de género, agregó otra de las autoras, Yinet Domínguez Ruiz. En la mayoría de las mujeres se intersectan el trabajo a distancia, el no remunerado que realizan cotidianamente y la gestión, además, de la seguridad alimentaria familiar, detalló.
De ahí que, entre otras lecciones, la pandemia va poniendo en valor la necesidad de analizar, desde la perspectiva de género, la diversidad de actuaciones que hace falta articular de cara al cuidado y el sostenimiento más justo y equitativo de la vida, señaló Maydelin Souto Roda, de la Universidad de La Habana.