Las mujeres y los grupos racializados son los más perjudicados económicamente por los efectos de la pandemia de covid-19, asegura el informe de Oxfam “El virus de la desigualdad”, publicado el pasado 25 de enero, poco antes de iniciarse la reunión del Foro Económico Mundial, que este año no pudo realizarse en Davos y optó por el escenario virtual.

“La pandemia ha afectado en mucha mayor medida a las personas en situación de pobreza que a los ricos, y ha tenido consecuencias especialmente graves para las mujeres, las personas negras y afrodescendientes, los pueblos Indígenas y las comunidades históricamente excluidas y oprimidas en todo el mundo”, subraya el texto.

El estudio global da cuenta de que el virus ha puesto al descubierto y ha exacerbado las desigualdades económicas, de género y raciales, a la vez que se ha alimentado de ellas en todo el mundo.

Las mujeres y, en mayor medida, las mujeres racializadas, que ya experimentaban una situación de exclusión,  tienen más probabilidades de morir a causa del virus, de perder su empleo y quedar sin recursos para salir adelante, agrega el texto.

Uno de los espacios donde se han hecho sentir los efectos brutales de la pandemia y  el agravamiento de las desigualdades es el sistema laboral y Oxfam expone varios ejemplos.

En los países de renta baja, indica el informe, 92 por ciento de las mujeres trabaja en el sector informal o tiene empleos peligrosos o inseguros.

Datos citados por Oxfam indican que, a nivel mundial, 740 millones de mujeres trabajan en la economía informal y, durante el primer mes de la pandemia, sus ingresos se redujeron en 60 por ciento, una pérdida equivalente a más de 396. 000 millones de dólares.

A la par, el desempleo derivado de la esta situación emergente también afecta desproporcionadamente a las mujeres, al ser mayoría en los sectores de servicio y turismo, grandemente restringidos o paralizados en las circunstancias actuales.

A nivel mundial, las mujeres están sobrerrepresentadas en los sectores económicos más afectados por la pandemia y viven desventajas respecto  los hombres, subraya el estudio.

En México, por ejemplo, 21 por ciento de las mujeres que trabajaban en el sector informal había perdido su empleo en mayo de 2020, frente al 15 por ciento de los hombres.

“Algunos datos señalan que los grupos racializados, que suelen tener empleos más precarios y trabajar en el sector informal, también tienen más probabilidades de que su situación laboral y sus ingresos se hayan visto más afectados por la pandemia”, valora la investigación.

El fuego cruzado de la pandemia y las desigualdades de género recae igualmente con fuerza sobre las mujeres, por la centralidad que tienen en sus vidas los cuidados.

El coronavirus también ha generado un enorme incremento del volumen de trabajo de cuidados mal remunerado o no remunerado, que recae principalmente sobre las mujeres, apunta el informe y precisa que esto ocurre especialmente sobre las que pertenecen a grupos excluidos por origen racial o étnico.

“En el actual contexto de pandemia, es imposible no reconocer la importancia fundamental de este tipo de trabajo”, sostiene el informe. “Sin embargo, parece que sigue siendo invisible para los responsables políticos, cuya respuesta a la crisis refleja la peligrosa idea de que tan solo aquellas actividades remuneradas en el marco del mercado laboral deben considerarse ‘trabajo’”.

Las mujeres desempeñan las tres cuartas partes del trabajo de cuidados no remunerado a nivel mundial y las dos terceras partes del que se paga, casi siempre de modo insuficiente, indica Oxfam. De conjunto, se trata de un aporte de billones de dólares a la economía mundial que contribuye a que los más ricos sigan prosperando.

“Este tipo de trabajo es más esencial y oneroso si cabe en el contexto de la pandemia del coronavirus y, sin embargo, sigue estando infravalorado y mal remunerado”, suscribe el informe.

Aproximadamente la mitad de las mujeres encuestadas en el Reino Unido, Estados Unidos, Filipinas y asentamientos informales en Kenia afirmaron que, desde el inicio de la crisis, dedican más tiempo al trabajo doméstico no remunerado.

Como resultado, experimentan que se han incrementado la ansiedad, la depresión y la sensación de estar abrumadas, aisladas y físicamente enfermas debido al aumento del volumen de trabajo que recae sobre ellas.

“Este estudio revela también que las madres solteras, las mujeres en situación de pobreza y las mujeres racializadas son quienes han sufrido un mayor incremento en el volumen de trabajo de cuidados no remunerado, lo cual aumenta a su vez el riesgo de que se agraven las desigualdades de carácter interseccional”, agrega el informe.

Aunque el panorama se agrava para ellas, bajo los efectos múltiples de la pandemia, el patriarcado y de normas sociales sexistas, Oxfam reconoce que durante la respuesta a la emergencia sanitaria, el mundo ha seguido funcionando gracias a las mujeres, quienes han asumido el trabajo de cuidados en hogares, centros de salud y de trabajo.

A la par, las mujeres constituyen el 70 por ciento de las personas que laboran en los sectores de salud y atención social en el mundo, por lo que también se exponen al riesgo de contraer la enfermedad.

El análisis considera, además, los efectos perjudiciales que puede traerles esa actividad intensa, bajo continuo estrés y en detrimento de su salud mental, lo mismo en el entorno laboral que en el hogar, donde además aumenta el riesgo de experimentar violencia.

“Asimismo, las mujeres y las niñas han sido las mayores perjudicadas por la reducción del acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva durante la pandemia, que ha incrementado el riesgo de embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y complicaciones durante el embarazo”, anota el estudio.

Los estimados citados en el estudio indican que la mortalidad materna se ha incrementado entre ocho y 39 por ciento al mes en los países de renta media-baja, debido a la reducción de los servicios de atención perinatal a causa de la covid-19.

El informe “El virus de la desigualdad” cita una encuesta realizada por Oxfam a 295 economistas de 79 países, incluidos algunos de los más destacados a nivel mundial, como Jayati Ghosh, Jeffrey Sachs y Gabriel Zucman.

Más de la mitad de ese grupo cree que es probable o muy probable que la desigualdad de género aumente, y más de dos tercios de ellos piensan lo mismo respecto a la desigualdad racial.

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